La fe de los niños

Al iniciar este artículo trato de visualizar en mi mente las escenas que nos narra la Biblia, de las diferentes ocasiones en que el Señor Jesucristó interactuó con los niños. Es admirable ver como el Señor Jesús observó en ellos características innatas para enseñarle a los adultos valores que ellos no entendían o poseían. Es lógico pensar que por ser adultos tenemos mucho que enseñar a la niñez. Es cierto,  tenemos el encargo de dar enseñanza que  ponga los fundamentos para una vida futura pero debemos reconocer que los niños, sin proponérselo, nos dan valiosas lecciones. Quisiera citar alguna de ellas:

• Los niños son crédulos:cuan sencillo es para ellos creer en Dios. Entre tanto los adultos ponemos muchas excusas o dudamos  o nos mostramos escépticos. El niño, con la sencillez que solo ellos pueden tener, deposita toda su fe en la persona de Dios, en sus promesas sin dudar.
• Los niños son sensibles: los golpes o desencantos en nuestra niñez, adolescencia, juventud o adultez , pueden haber tornado nuestro corazón duro, difícil de condolerse con los demás, o sordos a la amorosa voz de Dios.En cambio los niños son sensibles a la voz de l Salvador Jesucristo y a las necesidades
• Los niños confían sin reservas: en mi experiencia como maestra he podido gozar experiencias preciosas con los niños. Ante un problema o dificultad mientras los adultos buscábamos soluciones » humanamente posibles», una pequeña voz sugería «¿por qué no se lo pedimos a Dios?». Por algo Dios habrá dicho que sino nos volvemos como niños no entraremos en el reino de los cielos.

Dios nos de sabiduría  a padres y maestros para fortalecer y hacer crecer esa fe de los niños mediante el conocimiento de las Escrituras, y pidámosle  al Señor: «Quiero ser sencillo como un niño para creer cada día más en tí, Dios»